¿Sabías que en los momentos en los que nos relajamos es cuando podemos dedicar más tiempo a nuestros objetivos? A veces creemos que es más complicado porque tenemos eventos y queremos desconectar de los “deberes” del día a día. Sin embargo, es un momento sensacional para podernos dedicar en plenitud a nosotros, a mirar hacia dentro y descubrir nuestras necesidades. Es el momento para cambiar nuestras creencias limitantes. De hecho, esta misma mañana, estaba escuchando un podcast en el que una dermatóloga decía que está promocionando, en sus redes “brindemos con agua porque brindar con agua no da mala suerte, al contrario, aporta salud”. Y esto, me ha hecho mucha gracia, porque soy una gran promotora de disminuir el consumo de alcohol. Es cierto, y no lo voy a negar, que a mí una copa de vino me gusta, pero al tener en cuenta, el daño que hace en mi cuerpo y tener esto presente, mi consumo es cada vez menor y ojalá, gracias al conocimiento, no solo de como repercute en el cuerpo, sino en cómo cambia mi digestión, cada vez espacie más ese consumo (lo estoy practicando mucho) hasta que desaparezca del todo.
Me he enrollado un poco explicando cómo me siento yo, pero ¿sabes qué? Quiero retomar la escritura en este blog, para explicarte como soy yo, y me conozcas un poco más.
Sin embargo, en el título de este post te anunciaba, los 4 cambios que puedes aplicar en vacaciones, así que vamos al grano con 4 trucos, muy sencillos.
Primer truco: No te martirices.
Estás de vacaciones y no se trata de hacerlo perfecto o renunciar algunas cosas que te gustan, pero recuerda que son muchos días y muchas horas libres a lo largo del día. Por eso necesitas centrarte y encontrar un equilibrio, donde los buenos hábitos ganen por goleada a los malos vicios. Para ello, te propongo que busques sustitutos que te compensen. ¿Eres de las personas que toman helados a diario? Congela frutas y hazte con un açaí bien frio a modo helado. En mi Instagram tienes uno.
Segundo truco: Come en platos más pequeños.
En lugar de usar platos grandes, usa platillos de postre. Hay una tendencia: “comer por los ojos“ y parece que, si no comemos en cantidades estadounidenses, vayamos a pasar hambre. Te propongo que, además, degustes los alimentos, dejes los cubiertos en la mesa entre bocado y bocado y prestes atención a aquello que estas comiendo.
Tercer truco: Añade muchos vegetales a tus comidas.
Cuando los vegetales vengan de fuentes crudas, como las ensaladas, es importante que estas sean bastante abundantes (ahí, sí que podemos usar un plato más grande) ¿Por qué? Muy sencillo. Debemos consumir unos 200 gr de vegetales por comida principal. Si comemos ensalada, al tener mucho volumen en el plato consumimos menos cantidad de vegetales, dado que a la vista ya nos parece una gran cantidad. Si estos vegetales los cocinaras, se reducirán muchísimo y pensarías que hay poco. Como pasa con las espinacas baby (las míticas que vienen en bolsa).
Cuarto truco: bebe con hielo. Añade hierbas, frutas o especias.
No es lo mismo beber agua tal cual, que beberla con hielo y si además le añades limón y/o jengibre, menta… le vas a dar un toque muy especial y no te vas a sentir que solo bebes agua (si esta te acaba aburriendo). Otra bebida que puedes tomar es el zumo de tomate o gazpacho y con moderación el zumo verde y la kombucha.
Espero que te resulte útil este post ¡Felices vacaciones!
Carla