Anís estaba desmoralizada y no se veía capaz de seguir ninguna dieta en ese momento. Había hecho varias dieta restrictivas de las que no aprendía nada.

Es curioso porque no fue ella quien se puso en contacto conmigo, sino su mamá que reside en Suiza. Me conoció a través de instagram y me llamó, me pidió por favor que llamara a Anaís, que reside en Barcelona, me presentara (ella también me conocía por las RRSS) y hablara con ella. Su madre me conmovió y con un poco de pudor por como podría reaccionar Anaís la llame. Al otro lado del teléfono una niña encantadora con la que tuve una bonita conversación y a la que tardé solo unos días en conocer personalmente.

Anís vino pero no tenia muchas expectativas pero noté que se marchaba de la consulta contenta, con unas pautas bajo el brazo y unos consejos que supo retener.

Pasaron las visitas y Anaís fue percatándose de sus errores y los íbamos modificando de forma paulatina para que esos cambios no fueran de forma brusca sino de una forma progresiva.

Hace unas 3 semanas me envió un whatsapp que decía lo siguiente:

«Me he puesto el bañador por primera vez y estoy alucinada» «se que aún me falta perder un poco más pero es increíble el resultado» «Nunca pensé poderme poner un mono como este»   (y me envió una serie de imágenes en las que está estupenda).

Su autoestima crece a pasos agigantados y no solo por adelgazar sino por verse capaz de llevar una vida saludable, es vida que llevaba tiempo queriendo y que no sabía como obtenerla… pues ya es suya, es su vida. 

Hoy a venido a visitarme como cada 15 días y me comentaba que se siente muy feliz. Además de ser una chica fuerte y haber perdido 17 kilos, es una mujer con mucha suerte puesto que a parte de la familia, los amigos la apoyan y no paran de elogiarla.

Me siento muy orgullosa de ella y aunque seguimos trabajando estoy convencida que Anaís esta vez no recuperará peso, porque como ella dice «ha cambiado el chip» y tiene la vida saludable que tanto necesitaba.