Se habla de comer sano, de comer equilibrado, de que el azúcar es malo… pero ¿Has observado alguna vez como son tus digestiones?, ¿cada cuánto vas al baño?, ¿y como son tus defecaciones? Conocer tu cuerpo, también te ayudará a digerir mejor. Por eso, estos datos son importantes para poder detectar si hay alimentos que no digerimos bien, si nuestro intestino y nuestro estómago están sufriendo. A veces los síntomas son muy obvios y otras veces aprendemos a vivir con ellos y nos acostumbramos a su incomodidad. Os sorprendería la cantidad de pacientes que vienen a la consulta habituados a ese malestar pensando que será de por vida.
Primeros pasos
Para empezar, debes saber que una alimentación saludable es aquella que cubre las necesidades calóricas y nutricionales de cada persona teniendo en cuenta el estado de su microbiota. Todos somos distintos y tenemos una microbiota diferente, no hay dos iguales, excepto en gemelos idénticos, es nuestra huella dactilar.
A una persona le puede sentar fenomenal los alimentos integrales, legumbres, etc. Y otra, puede absorberlos muy mal y sentir, pesadez, gases, hinchazón… y todo eso dependerá, entre otras cosas, del tipo de bacterias que están en nuestro intestino (el cómputo entre bacterias buenas y malas).
El intestino consume el 40% de la energía total del organismo y debemos tener en cuenta que la barrera intestinal absorbe fluidos y nutrientes esenciales para la sangre. Además, también actúa de barrera para proteger al cuerpo de las infecciones y toxinas. El intestino genera el 70% de los anticuerpos del organismo. En la mucosa del intestino es donde se van a asimilar los nutrientes, es decir, donde el alimento va a formar parte de nosotros porque entra en los tejidos y en el torrente sanguíneo. Por eso, es tan importante que no tengamos sensación de hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento, heces pastosas, cacas en forma de bolitas o que huelen muy fuerte, son síntomas de que no absorbes bien.
¿Qué influye sobre la microbiota? I Digerir mejor
El ejercicio: Debemos evitar a toda costa el sedentarismo. Las personas que practican deporte con regularidad, tienen más diversidad bacteriana en el intestino que les protege.
El descanso: personas que no descansan bien, que trabajan por las noches y duermen de día, desajustan los ritmos circadianos del cuerpo y esto se asocia a más problemas intestinales.
La edad: El envejecimiento nos debilita, reduce la mucosa intestinal. Por eso es importante que nos centremos en alimentarnos con la suficiente vitamina C, ácidos grasos esenciales, proteína de alto valor biológico, etc.
Los antibióticos: tomados en exceso, destruirán parte de nuestra microbióta y podemos tardar hasta 18 meses en recuperarla.