No podría vivir sin hacer ejercicio pero las sábanas muchas veces me tientan. Las patatas bravas me vuelven loca. Me tienta una copa de vino todos los viernes cuando Valentina duerme y mi marido y yo somos dos. El chocolate es mi perdición y siempre del 85 o 90%. No concibo cena en casa de mis padres sin queso ni tortilla, algo que en mi hogar nunca está presente. Me tientan los postres que se comparten entre mis 5 amigas inseparables. Me vuelven loca los brunch en locales de moda.
Cuando recibo a muchos de mis clientes, creen estar frente a una persona ‘inhumana’, a la que las tentaciones no le afectan. En muchas ocasiones soy como ellos y doy gracias porque mi atracción por ciertos alimentos crean una relación de empatía con las personas que trato. La imperfección del ser humano ayuda al prógimo y eso es lo que hago, ponerme en el lugar de otro y juntos vencemos nuestras flaquezas 😉